Responsabilidad: El cumplimiento con lo acordado es el norte de la empresa, en los casos en que por alguna razón no se pueda cumplir (alcance, tiempo, entre otros), entonces, aunque disminuya la rentabilidad buscaremos resarcir el daño.

Integridad: El apego a la honestidad y los valores de la empresa es algo que nunca deberá faltar.

Compromiso: Con lo que a cada uno le toca para entregar a tiempo, para entregarlo bien, para hacer que funcione. En momentos habrá que sacrificarse, pero también habrá otros para celebrar.

Calidad: Es la mejor carta de presentación, cuando se mencione el nombre de la empresa la cualidad de “un trabajo de calidad” deberá llegar al pensamiento de quien lo escuche.

Proactividad: Siempre existe la posibilidad de mejorar algún proceso, de ayudar a un compañero, de aprender algo, el tiempo es el recurso más invaluable y no debe desperdiciarse. Que los integrantes del equipo siempre tengan en sus mentes que “siempre podemos encontrar que hacer”.

Resiliencia: Caerse, equivocarse está permitido, pero quedarse en el suelo o no aprender del error no es nuestra actitud. Cuando algo no salga como esperamos, cuando una amenaza llegue, es el momento de repensar y despegar como el Fenix.

Mejora continua: Ya se dijo en otro de los valores, siempre es posible hacerlo mejor, no pretenderemos ser perfectos, pero sí siempre ser mejores. Tener claro que si creamos una buena experiencia con un cliente esto pone la vara más alta ya que ese será su parámetro de medida.

Cuidado con el medio ambiente: En nuestro que hacer seremos protectores de los recursos: reutilización, reciclaje, optimización de recursos, deben ser prácticas que siempre se tomen en cuenta. Esto no solo dará como resultado ahorro para la empresa, sino lo más importante, preservar el medio ambiente que estaba y estará antes y después de nosotros.